Noches de verano para no recordar


"¿Alguna vez has cerrado los ojos, has caminado hacia delante y, simplemente, te has dejado llevar?". No aspires a la perfección, sino a encontrar a alguien que acepte tu imperfección. Y, sobre todo, no tengas miedo a vivir.


Dejé de esquivar su mirada y Alejandro clavó sus ojos sobre los míos. Fue entonces cuando me di cuenta de que su rostro se encontraba peligrosamente cerca del mío. Y para rematar mi momento de debilidad, comencé a respirar aceleradamente. No sólo había perdido mi filtro mental, sino también el control sobre mi cuerpo. Y entonces no había noches de fiesta ni cervezas de más a las que culpar de mi debilidad. Todo era por Alejandro. Por él, por su presencia tóxica y por ese maldito olor tan personal que ya había aprendido a identificar y que anulaba todo mi sentido común.
—Me gusta cómo pegas tu cuerpo al mío cuando me besas —susurró y, en aquel momento, estaba ya tan cerca de mí que sus labios acariciaron los míos conforme pronunciaba las palabras—. Pero lo que más me gusta es como luego finges indignación, tratando de convencerme de que no lo deseas tanto como yo.
Pensándolo bien, a la mierda con el filtro mental, con el autocontrol y con el sentido común. ¿Quién los necesitaba?